En el patio estaba sentada, miraba el verde mientras su cigarrillo se consumía. No tenía pensamientos lineales, recordaba su pasado, avizoraba su futuro.
Esperaba a actuar, tenía miedo, como todos ella se consolaba.Su marido, tomaba su siesta en la hamaca paraguaya comprada en las vacaciones pasadas. Ella se detuvo a mirarlo fijamente, tomó la pala con la cual habían arreglado, el día anterior, el hermoso y esplendoroso jardin primaveral, sin más comenzó a darle golpes, sus dientes volaban uno por uno con cada impacto que ella le efectuaba en su cada vez mas deformado rostro. Sus manos sostenían fuertemente la madera de la herramienta jardinera, se podía vislumbrar casi una sonrisa en su rostro angelical.
La primavera tenía el color del infierno, el verde salpicado de rojo, dientes y pedazos de carne por doquier eran excitantes para ella. De pronto al darse cuenta de la falta de vida en su marido, dejó caer la pala a su lado y mirándolo fijamente, le dió un beso de despedida.
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